Me siento afortunada por haber vivido la sensación de trabajar en equipo. Ver cómo se consiguen los objetivos ágil y suavemente, cada persona del equipo responsabilizándose de lo que le corresponde. No podría explicar aquí esa maravillosa sensación. Y me hago consciente que es una adicción para mí.
Por el contrario, no siempre suele ser así, ya que tenemos mucho que aprender. Muchas veces, aunque pensemos que sí estamos trabajando en equipo, solemos estar trabajando en grupo, enfocándonos en nuestros propios objetivos.
Es cierto que la única forma de aprender a trabajar en equipo es haciéndolo. Intentándolo. Bien o mal, regular o cada persona desde donde puede o sabe… pero con ganas, eso sí. Y es cierto, disfruto mucho cuando observo esas ganas de hacer lo posible, en mí y en los demás.
Hemos leído muchas veces la importancia que tiene saber decir no. De la valentía que supone, y la importante necesidad de que cada persona se coloque en el lugar que le corresponde asumiendo sus responsabilidades. Y para mí ésta es la clave para trabajar en equipo. Dar pero sabiendo decir no.
Porque una persona que da mucho sin un no, siempre se juntará con personas que quieren recibir mucho (aunque no se satisfagan nunca). ¡Cómo si no! y es que las personas que dan y dan, necesitan siempre una persona receptora, y las que reciben necesitan una persona emisora. Es nuestra forma de alimentarnos, en desequilibrio constante, pero cómodos/as. Muy cómodos/as.
Si no salimos de esta situación, seguiremos con la misma disfunción, leyendo best-sellers de cómo trabajar en equipo pero cada persona enfocando la mirada desde su dolor y externalizando responsabilidades.
Por eso he tomado la decisión de decir no a todos los grupos disfuncionales en las que me he visto involucrada.
Y qué razón tenía aquella amiga cuando me dijo que una rueda se compone de radios que nacen desde un mismo punto, siendo todos importantes y necesarios para la propia esencia de la rueda. Y que su fina estructura es esencial para que ésta gire y avance.
La adicción muestra el vacío interno y por tanto necesidad. Esperanza. Por eso creo que debemos seguir trabajando para que la sensación de trabajar en equipo más que esperanza, sea una sensación de confianza cotidiana.