Hace poco leí que el 20 % de las personas adolescentes y jóvenes de entre 18-22 años se han planteado ser Youtuber alguna vez. Esta afirmación me ha hecho reflexionar… ¿Por qué será?
Creo que las razones son dos, principalmente. Por un lado parece fácil, y por otro parece divertido. Y aunque soy consciente de que el tema da para mucho, hoy me gustaría hablar de esos dos ejes.
Crear un canal en Youtube es fácil. Lo que no es fácil es crear contenido de calidad y atraer a un público amplio con él; es más, es muy difícil.
Tras un youtuber hay muchas horas de trabajo. 8 horas al día como mínimo, si quieres ganar dinero en esta plataforma. Asimismo, tienes que emplear muy bien esas ocho horas. Es decir, cualquiera no sirve para youtuber. Tienes que conseguir un contenido de calidad (ser creativo), realizar una buena grabación (disponer de herramientas de grabación), ser innovador en la edición (conocimientos en edición)…
En este trabajo no hay vacaciones ni sueldo fijo… No se puede abandonar la plataforma por mucho tiempo, los algoritmos de las redes sociales no perdonan. Los ingresos siempre son variables, según las empresas que trabajan como partner, las personas subscriptoras y las visualizaciones de los vídeos.
Los youtubers parecen ser felices. Así lo parece, pero porque eso es lo que vemos delante de la cámara. ¿Qué hay al apagar esa cámara?
Las redes sociales, y Youtube no va a ser menos, fomentan la falsa felicidad. Además de ser muy peligroso para las propias youtubers, para las personas receptoras del mensaje, también lo es. La felicidad no se adquiere viendo un vídeo de Youtube. Al ver un vídeo de 5 minutos de una persona no podemos plantearnos cuál es su forma de vida, sus problemas, sus sentimientos…
Cuidado, convertir la afición en oficio no siempre es bueno. La adicción puede conllevar detestar la afición.
Sobre todo… ¡con responsabilidad! Esto no es moco de pavo. Por lo tanto, me he atrevido a realizar una lista de consejos: