Basándonos en nuestra experiencia, podemos afirmar que, a la hora de desarrollar un proyecto, está muy extendida la costumbre de dejar para el último momento la parte comunicativa.
Normalmente las personas responsables de un proyecto suelen empezar a moverse una vez fijados los objetivos, características y presupuesto del proyecto.
A pesar de que en ciertos casos ésto no supone ningún tipo de obstáculo, hoy venimos a defender que dejar la parte comunicativa para lo último, resulta ser un gran error en la mayoría de los proyectos.
El error más grave es tomar una decisión de prisa y corriendo y sin ningún tipo de fundamento. En lugar de pensar con tiempo y con razones a quién deberíamos dirigirnos y, según eso, seleccionar las herramientas más adecuadas, suele ser muy habitual seleccionar las que mejor se adaptan a al equipo promotor (por motivos de gestión o presupuesto).
A pesar de que se trata de cuestiones sencillas, en muchas ocasiones no solemos ni llegar a pensar en ellas, tomando decisiones de la parte comunicativa sin sentido alguno. En consecuencia, podemos llegar a provocar el fracaso de un proyecto, aun teniendo éste unos objetivos o ideas novedosas en esencia.