¿Te has preguntado alguna vez cómo sería convivir con la máquina del tiempo?
¿Te imaginas todo lo que se podría hacer, cambiar, mejorar con esta máquina, en estos tiempos en los cuales nos dominan las prisas, y parece que los días son cada vez más cortos?
Últimamente estoy tratando de entender esto. Creo que el hecho de crear una máquina del tiempo no nos solucionaría el desajuste con el tiempo. Y por lo tanto he decidido, por ahora, empezar por conciliarme con el concepto en sí.
Por eso, con el afán de querer entender mejor, lo primero ha sido traer el concepto a mi entorno. Y me he dado cuenta de que a los creativos no nos preocupa el tiempo. No nos preocupa que hayamos pasado mucho o poco tiempo con un mismo trabajo. Porque entendemos que cada proyecto es la transformación del anterior, y el preludio del siguiente. Por lo tanto el proyecto nunca muere, sino que vive en una constante transformación.
También me he dado cuenta de que he aprendido a valorar aquellos proyectos que nacen desde las entrañas de la presión del tiempo. Aquellos proyectos que nacen y mueren rápido. La importancia de cobrar un trabajo cuando muere.
Entender el concepto del tiempo supone saber que muchos proyectos nacen para después morir. Y es importante valorar los beneficios de un proyecto que acaba. Porque en definitiva, la muerte es también el renacer de algo nuevo.
Me he dado cuenta que hay espacios-tiempo que se abren cuando a la diseñadora le habla la creativa, y a la creativa la diseñadora. Y es entonces cuando realmente un proyecto avanza expansivamente en el tiempo.
Mi conclusión es que no tendríamos ninguna necesidad de crear ninguna máquina si aprendiéramos a convivir con el tiempo desde la flexibilidad. ¡He aquí un gran reto!