Todas las marcas, al igual que las personas cuentan con una identidad con sus fortalezas, debilidades, maneras de actuar y valores.
Pero, ¿qué hacer con esa identidad?, ¿comunicarla o mantenernos neutrales?
A la hora de buscar respuesta a esa pregunta, suele ser habitual que nos vengan a la mente los riesgos y dudas de mostrar nuestra identidad. Entendido como posible riesgo de perder clientela o generar obstáculos para llegar a nueva clientela .
Sin lugar a dudas, optar por esa opción tiene su lado positivo: evitar el camino de fango y dar pasos por un camino que ofrece mayor seguridad, minimizando el impacto de asumir riesgos. Por decirlo de alguna manera, avanzar sin destacar demasiado. Opción totalmente respetable.
Pero a su vez, no podemos olvidar que andar por el fango tiene también su lado positivo. El hecho de caernos y mancharnos hace que podamos adquirir otra perspectiva y darnos cuenta de cosas anteriormente desconocidas.
Qué decir si decidimos caminar de manera conjunta, ya que la persona que tenemos enfrente verá de cerca nuestras debilidades y fortalezas más puras, llegando a empatizar y pudiéndose generar un lazo de confianza hacia nuestra persona.
Por otra parte, no podemos olvidar que muchas veces la vida nos lleva por caminos llenos de altibajos y en esas ocasiones de nada sirve mantenerse neutrales, teniendo en cuenta que las personas que tienen las botas puestas (nuestra competencia) contarán con mucha más fuerza y habilidad para poder adelantarnos. Más aún si de antemano se han ganado la empatía y apoyo de las personas que tienen enfrente (clientela).
Llegados a este punto, tocará decidir si apostamos por unas botas impolutas o llenas de fango, teniendo en cuenta que estas últimas contarán con mayor identidad.