Cuando hablamos del marketing emocional, hablamos de técnicas para llegar a conectar con la persona consumidora. El objetivo principal de este tipo de técnicas, se basa en conectar emocionalmente con la clientela y es una técnica que cada vez se utiliza más.
Nos mueven los sentimientos, y en muchas ocasiones dejamos de lado la razón. De esta forma, si de alguna manera conseguimos tocar el corazón de nuestro público, podemos conseguir que relacionen ese sentimiento con nuestro producto o servicio. Puede ser nuestra diferenciación respecto a la competencia, nuestra estrategia para lograr mayor fidelización, nuestra forma de vender…
Nuestra clientela no son consumidores/as, son personas. Por lo tanto, hacer un diagnóstico de la misma es necesario. Necesitamos conocer sus características, necesidades y gustos para poder acercarnos lo máximo posible a nuestro público. Para poder conectar con la clientela, si o si la tenemos que conocerla. Y no olvidemos nunca que ¡son personas!
No vendemos sólamente el producto o el servicio, vendemos la experiencia completa.Tendrán la posibilidad de obtener un producto o un servicio que no olvidarán, y así hay que venderlo. Las buenas experiencias viajan con nosotros/as toda la vida, y pueden ser imborrables. Si la persona usuaria tiene una buena experiencia, se lo contará a sus amistades y las personas de su entorno, lo difundirá en las redes sociales… y al fin y al cabo, traerá mayor clientela.
La clientela pone la confianza en nuestro equipo, pero el tiempo será quien lo garantice. La honestidad se da por sentada, pero la confianza necesita ser ganada. Entre amistades también, el tiempo es quien crea la verdadera confianza, con actos. Por lo tanto, en el ámbito laboral ocurre lo mismo, y es vital crear una confianza real entre el negocio y las personas. Quizás no será el mejor negocio, ni la mejor clientela, pero si hay confianza, la relación será duradera.
La calidad tiene que tener preferencia, pero, la norma es dar la calidad a un precio adecuado. La calidad atrae la preferencia, y de esta forma, la preferencia crea la venta.
Ser conocidos/as no quiere decir ser queridos/as. Se debe trabajar la marca, tenemos que vender bien nuestra identidad, pero sobre todo tenemos que conseguir que nuestro público nos quiera. Pero ¿cómo? Humanizando la marca. Celebrando los logras y comentando los errores. De esta manera mostraremos las personas que hay detrás de una marca y conectaremos mejor con nuestro público.
¿Que os vamos a decir nosotros/as de la importancia de la identidad? Nuestro lema es «Plasmando la identidad en la red», y éso lo dice todo. Tenemos claro que definir bien la identidad da personalidad y es muy importante para todo. Hay que plasmar nuestra identidad en todo lo que hacemos, y de esta manera el público sabrá quién somos nosotros/as. La identidad es reconocimiento, carácter, carisma…
Si le ponemos sentimiento a aquello que hacemos, se nota y nuestro público lo ve. Ese sentimiento atrae al éxito. Que un servicio o producto sea funcional no es suficiente, debe de provocar algún sentimiento. Si conseguimos que la clientela sienta algún sentimiento con nuestro trabajo, seguramente la relación será más duradera.
Debemos de pasar de la ubicuidad a la presencia. La ubicuidad se ve, pero la presencia emocional se siente. Si la clientela nos siente cerca, si cada vez que nos necesita nos tiene cerca, se sentirá seguro/a con nuestro equipo.
Debemos de saltar de la comunicación al diálogo. Por ejemplo en las redes sociales, en muchas ocasiones sólo contamos. Es diferente conversar, que contar o compartir sentimientos. Detrás de cada herramienta hay un público, y deberíamos de buscar la conversación con cada público.
Del servicio, tenemos que pasar a la relación. Ofrecemos y vendemos servicios, sí, pero no podemos quedarnos sólo en eso. Debemos de crear una relación con la clientela, y a poder ser, una relación duradera. Para conseguirlo, hay que conocer y cuidar a la clientela.