Nos suele tocar lidiar una y otra vez con procesos de cambio, bien de ámbito personal como profesional. En ciertas ocasiones, estaremos obligados/as a dicho cambio, ya que no nos quedará otra que acostumbrarnos al mismo; no habrá otra salida. Por el contrario, pueden surgir otras situaciones en las que por voluntad propia, decidamos que tenemos la necesidad de hacer frente a algo.
Tanto en un caso como en el otro, la predisposición inicial puede ser muy diferente dependiendo de la persona. A algunas personas nos gusta el cambio, llegando incluso a buscarlo, estamos cómodas en él y lo necesitamos de vez en cuando. Por otro lado, hay personas que se encuentran muy perdidas ante estas situaciones, sintiéndose poco seguras y sin rumbo fijo.
En los últimos meses, tras vivir varias situaciones de cambio, bien como persona receptora o bien como persona facilitadora, he llegado a una conclusión: creo que existe una estructura de base que puede llegar a ser útil en diferentes situaciones que requieren un cambio. Estoy segura que para ciertas personas será una estructura básica. Para otras personas, en cambio, será útil para contar con una hoja de ruta útil para hacer frente al cambio.
Sin más dilación, aquí os dejo la estructura que os comentaba:
Finalmente, una vez realizada la planificación, será de vital importancia ponernos en marcha, siguiendo lo recogido en la tabla, haciendo un seguimiento y modificando los aspectos necesarios.