Nos gusta ver composiciones equilibradas. Transmiten sensación de estabilidad y, en definitiva, hacen que nos sintamos bien. Pero, ¿cómo lograr el equilibrio visual a la hora de realizar un diseño?
Para conseguir un equilibrio, es necesario saber colocar los elementos positivos (contenido) y los negativos (el espacio «vacío»), consiguiendo que algunos elementos no quiten importancia a otros. Es decir, todos ellos deben crear una sola composición.
Las composiciones desequilibradas crean tensiones en nuestra percepción. Por mucho que no queramos, varias propiedades nos crean incomodidad. Los elementos toman fuerza individualmente, quitando fuerza al todo. De vez en cuando, será interesante este hecho debido al mensaje que queramos transmitir, pero el objetivo más común es el de buscar el equilibrio.
Todas las personas somos capaces de entender el concepto del equilibrio, ya que lo sentimos en todo momento. Si algo está en desequilibrio, tiene tendencia a caerse. Fijémonos en los siguientes ejemplos:
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Equilibrio simétrico: dando por bueno que en ambos lados de la balanza yace el mismo peso, sabemos que las fuerzas que se crean se equilibran.
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Desequilibrio: esta imagen nos incomoda, porque sabemos que el elemento de la parte derecha es incapaz de sujetar al de la parte izquierda.
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Equilibrio asimétrico: acercando el elemento de la parte izquierda hacia el otro, conseguimos de nuevo el equilibrio, pero de forma asimétrica.
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El equilibro visual es parecido al físico. Debemos sustituir el peso físico por el peso visual (cuánto poder de atracción tiene un elemento dentro de una composición).
La primera y última imagen de la parte superior nos muestran el equilibrio simétrico y el asimétrico, pero también existen el equilibrio radial y el de tipo mosaico.
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Sucede cuando a ambos lados de un eje de simetría el peso visual es exactamente el mismo. Se une con la elegancia, pero también puede llegar a ser demasiado estático. Podemos decir que la mitad de la composición es predecible, sin ni tan siquiera mirarlo. Al basarse en una estructura muy simple, técnicamente es muy sencillo conseguir el equilibrio simétrico.
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En este segundo caso, el peso visual de los elementos que se sitúan a cada lado de la composición tienen diferente peso visual. Mientras en un lado podemos ver un elemento principal con un gran peso visual, en el otro se sitúan varios elementos de menor peso que logran equilibrarlo. Es mucho más dinámico e interesante que el equilibrio simétrico. Se une con el modernismo, el movimiento y la energía. Siendo más complejas las relaciones entre elementos, suele ser más difícil de conseguir.
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Sucede cuando todos los elementos tienen un punto central en común. Algunos ejemplos pueden ser los rayos del sol o las hojas de un girasol. Al compartir todos los elementos un mismo punto central, se consigue que el elemento situado en el centro tenga un gran poder de atracción visual.
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Se puede decir que surge de un caos equilibrado. Al faltar una jerarquía concreta, en un principio crea sensación de confusión, pero en el fondo existe el equilibrio, ya que al verlo como un todo, las diferentes zonas de la composición tienen el mismo peso visual.
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Existen otros principios importantes en el diseño, como la unidad de los elementos, su variedad, el énfasis o el espacio. Sigue leyendo nuestras entradas semanales y tendrás la oportunidad de aprender más acerca de ellos.